Nueve
añitos. Tan chiquitito. Parecía más nene todavía porque no pronunciaba las “ye”
,“yi” y le costaba la erre. “Gatetita” pedía a la hora de la leche. Y sabía que
llenaba de ternura todo el ambiente. El mismo espacio que se cubrió de terror
en la mañana del 7 de septiembre. Hace un año. Tan lejos de los
juegos en la placita que él ayudó a construir y lleva el nombre de Kevin, como
el suyo, por un amiguito muerto por una
bala perdida .
Tan
lejos del fútbol, de la barra inseparable. Pero muy cerca de los hermanitos
que, como él, entraron en pánico por la balacera que no paraba y que esta vez,
duró tres horas eternas, y que empujó a Kevin a buscar refugio bajo la mesa.
Allí, tapándose los oídos con las dos manos, primero se murió de miedo.
Después, por una bala 9 milímetros que le dio en la cabeza.
Y fue en
su propia casa de la Villa Zavaleta. El barrio desconocido, invisible para GPS y
para las autoridades que preguntaron una
y otra vez dónde quedaba la villa, si en Capital o en Provincia; en qué
manzana, en qué casa, ignorantes de que no hubiera altura y solo la
referencia fuera la Plaza Kevin, con un operador del 911 sorprendido (qué ironía) en su inoperancia cuando pidió: “¿No puede calcular qué
casa podría ser aproximadamente para saber cuál es?” (Transcripción solicitada
por el Juzgado de Instrucción 41, en Causa 48025/13. Modulación en relación a
la incidencia ocurrida en la Villa Zavaleta y 21-24 en el período comprendido
del día 6-09.13 y el día 7-09-13 a las 10 hs.
Pero
antes, 20 minutos antes, a las 9 y 38 de la mañana la otra llamada:
“Operador:
911 de la Policía Federal Argentina. ¿Dónde es su emergencia?
Denunciante:
en la Villa Zavaleta. Por favor, que le mataron criatura. Que le dieron en la
cabeza. ¿Y dónde están los gendarmes? Por favor”.
Los
gendarmes que, como dijo el denunciante en esa misma comunicación, conocen
perfectamente la Plaza Kevin, que era la referencia dada una y otra vez por
todos los vecinos desesperados que llamaron por lo menos en ocho oportunidades.
Vecinos que relataron que desde las siete de la mañana había una guerra, que
“vino Prefectura y se fue a la mierda”.
Cinco detenidos, cinco prófugos, y un
enfrentamiento de bandas narcos ocultan hoy la responsabilidad de las fuerzas de seguridad
que hicieron oídos sordos a ocho llamados al 911 y la vista gorda a los 105
disparos que durante tres horas llovieron sobre unas casas no más lejos de 100
metros de un destacamento y 50 metros de otro.
A las 9
y dos minutos se graba esta comunicación:
CDO RAD
6: 1232 Departamento Federal llama
PNA
CS32R28: En QRV
CDO RAD
6: Señor, le notifico que ingresa una nueva constancia de la Villa 21. En la
Villa 21, señor. En la Plaza Kevin, manzana 55, casa 88 señor. Hay varios
masculinos generando detonaciones. Aproximadamente 8, señor.
PNA
CS32R28: Señora, me encuentro en el lugar con el 1132 de apoyo y negativo
detonaciones…
Y más
adelante repite: “Estamos acá y negativo detonaciones y el panorama normal”.
Pero
nada fue normal para Kevin ni para su manzana y su barrio, aunque estuviesen
acostumbrados a todo tipo de violaciones a sus derechos, necesidades, olvidos
de todo menos de las balas perdidas que, al decir de ellos, “todas, caen acá”.
“Nacen las ganas de romper todo” – dice Nacho,
el padrino de Kevin. “Ni siquiera víctima de las otras injusticias tendría que
haber muerto”. Y sabe de lo que habla:” Si hubiese tenido 16 años y gorrita sería un miembro más de una de las bandas que
se enfrentaron, no se habría contado la verdadera historia” –Y sigue Nacho,
pero ahora es el de la Garganta Poderosa, que abrió las puertas de su casa para
que funcione la redacción y es la
organizadora de la Jornada que denuncia la violencia institucional con fútbol,
arte callejero, dibujos, música, cartas y homenajes a Kevin.
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Y ahí
están los “de la Rodrigo Bueno” que se enfrentan con los de “ la 31”, o los de
“ la Zavaleta”, donde tendría que estar jugando Kevin con su camiseta de Boca
soñando con hacer un gol a lo Riquelme, su ídolo; y también patean para el
mismo arco los chicos del Bajo Flores, Fátima y la 21-24.
Y por
supuesto están Roxana y Claudio, los padres de Kevin hoy abrazados por su
comunidad que pide justicia, después de haber sido hostigados, robados (faltó
dinero y celulares de su casa luego de un operativo de Gendarmería) y violentados
en lo más sagrado: “Hasta el cuerpo de Kevin nos retuvieron por 60 horas por la
inauguración de la Casa de la Cultura, donde iba a estar la presidenta Cristina
Kirchner”.
Y a
pesar de eso, no bajan los brazos y denuncian a más víctimas de gatillo fácil y
de la inseguridad. Por eso lanzaron el
Control Popular sobre las Fuerzas de Seguridad y construyeron una casilla con
una pintada que lo dice todo: “Si la gorra se zarpa, denunciá acá” Esto generó
el saludo caluroso de Osvaldo Bayer quien aseguró que con proyectos así se
elabora una verdadera democracia” (La Garganta Poderosa, no 32, octubre 2013).
Mientras
construyen el sueño de vivir en paz, sin miedos, en libertad. Nacho , el
padrino poderoso, dice que su casa tiene siempre la puerta abierta. Y así será.
“Porque todas las casas son de todos los pibes. Y todos los pibes son de todas
las casas”.
Aunque
las balas se pierdan por pasillos y callejones, entren sin golpear la puerta,
atraviesen ventanas y se instalen con la
muerte sin ninguna invitación.
SMC
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