martes, 30 de septiembre de 2014

De amores y copas

 Una pareja joven, feliz, enamorada. Carla y Luis, hermosos los dos, como las imágenes que se van sucediendo en la publicidad para televisión del vino Alma Mora. Visten igual jean, mismo color de remera que de pronto se hace una sola, de donde emerge el cuerpo de ambos, simbióticos, siameses. Una silla de diseño que también nos señala una convivencia con tanta afinidad, tanto amor pegadito, apretadito, una pierna, la de ella, arriba de la de él; en un rincón el borcego de él marrón, al lado del de ella, rosa; un toca discos con dos púas, y una mano, la de él, mimetizándose con la de ella, con las uñas pintadas... dos cúpulas de la avenida de Mayo, y un beso apasionado pero amorfo, en donde las bocas se funden al punto de perderse. https://www.youtube.com/watch?v=qpZue2FSvyM

Tanto amor,tanta felicidad por haber encontrado la media naranja, el alma gemela,merece un brindis. Y obviamente se hace con el malbec del aviso, que celebra el "volverse uno". Y es cierto. De ambos, solo uno es el beneficiado con la copa (no se ve que la compartan, aunque conociendo a Carla y Luis, es muy probable)

Otro vino. Otro aviso. Otra pareja. Más grandes, maduros, vivieron  y sufrieron más, están en plena separación. Las cajas de cartón ya están llenas. El rompe la foto que los muestra felices. Ella llega para terminar con la mudanza, y esa mirada que los cruza un segundo,  inunda la pantalla de reclamos y pena. https://www.youtube.com/watch?v=rlR0GiaHqts

Y de pronto los anteojos que esconden lágrimas se caen, el mapa del mejor viaje de sus vidas aparece despertando sueños, el souvenir cómplice y el contacto de los cuerpos arranca sonrisas,  embalando las broncas, los desencuentros, la desconfianza, la desilusión. Esta vez, son dos las copas que se llenan, dos seres que se descubren y vuelven a elegir, dos personas que se aman y se dan una segunda oportunidad.

Del mito de Aristófanes y la búsqueda del" amor perfecto", de la otra mitad, a la moda que se multiplica en los últimos tiempos y se hace patente (y patético) en los puentes de las principales ciudades del mundo: el candado como símbolo del amor eterno. ¿Qué nos llevará a los hombres y mujeres a idealizar una relación en la medida en que el otro sea lo más parecido a uno mismo? Es decir, lo menos otro y lo más yo mismo. ¿Y por qué elegir un candado para significar que nos amamos hasta que la muerte nos separe? Un candado parece más una sentencia a la esclavitud, a las cadenas (que no unen pero atenazan) a algo cerrado, que no permite la libertad. Y más dramático es leer los mensajes que se dejan en esa exhibición  de promesa eterna:

"Siempre, como sea, donde sea", Tan cercano al "contigo pan y cebolla" de nuestras abuelas. Esa idea tan sacrificada del amor y el mensaje que alienta el perderse para encontrarse con el otro. Siempre desdibujándose uno para hacer feliz al otro y por efecto espejo, ser feliz.
Carga tan pesada, hace temblar el Pont des´Arts de París, por lo que se fueron quitando los cerrojos de a poco para preservar la estructura de ingeniería. En el Puente de la Mujer de la Ciudad de Buenos Aires, tímidamente algunas parejas, también se animan a sellar su amor con candados y posiblemente, sus vidas.

 "Que me bese con los besos de su boca, tus amores son un vino exquisito..." dice el Cantar de los Cantares, el libro erótico y sensual de La Biblia."Reanímenme con manzanas porque estoy enferma de amor. Su izquierda bajo mi cabeza y su derecha me abraza"
  Que se haga la voluntad divina entonces y que nunca nos falte el amor en cualquiera de sus formas.     El que yo elijo es el que me deja volar....y  me alcanza en mi vuelo.
   Brindemos por ellos.
                                                           SMC








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