jueves, 6 de noviembre de 2014

Claudio Larrea , fotógrafo



                      
      
         


  Entre líneas     









Disfruta de cada momento y cada detalle. Es el amante en bicicleta que recorre la ciudad con su cámara al hombro y un ojo crítico, ácido, irónico. El de siempre. Pero ahora también , armonioso. Porque después de tantos años de pedalear la vida, Claudio Larrea encontró el equilibrio en las líneas que busca irremediablemente en cada encuadre, en cada toma. Y que viste también con elegancia milimétricamente estudiada.
  “El blanco y negro te posibilita potenciar las líneas y que no te distraiga la composición. El color me resalta los estados de ánimo”- dice el fotógrafo que antes fue periodista y productor de imagen durante 16 años en las revistas Gente, Playboy, Caras, Noticias, Rolling Stone y Cosmopolitan.  Coronó esa época con una muestra en el año 97 en el Centro Cultural Recoleta. Un desfile de primeras figuras rendidas ante la insistencia y seducción de Larrea. “Mi trabajo era convencerlos, adobarlos, dejárselos en bandeja al fotógrafo para que hiciera más fácil su trabajo”. Y Claudio siempre conseguía los objetos más insólitos para completar la producción. Allí están sus primeras obras como artista: Monseñor Laguna, Herminio Iglesias, Romay y los personajes más difíciles entregados en cuerpo y alma a los deseos del inquieto armador de imágenes.
“Es muy ´90. Ya es una etapa pasada” –cierra diplomático, otra característica adquirida en la madurez. “Ahora devine en un fotógrafo que hace la arquitectura peronista que también es decadente”- y refiere a la imponente muestra que presentó en el Museo Evita y que fue inaugurada el 17 de octubre del año pasado.
Este año presentó  la muestra colectiva Denominador Común, en el Centro Cultural Borges, Lobbys en Arte x Arte,  y anticipa feliz el broche de oro en el Centro Cultural Recoleta con el Amante de Buenos Aires, desde el 10 de diciembre hasta el 8 de febrero del 2015.


Alli, Larrea nos pasea por una ciudad que vivimos pero que pocas veces vemos. De su mano, vamos a descubrirla y disfrutar como lo hace cada vez que dispara su cámara encontrando detalles y diseños ignorados. www.claudiolarrea.com “No soy un mirador ingenuo” –dice este estudioso de Doisneau, Cartier Bresson, Marcel Duchamp, Vivian Maier, Paul Strand. La foto Wall Street de este último, como El estudio de Mondrian, de André Kertész lo impactaron cuando tenía 20 años; desde entonces no paró en su búsqueda. “Miro, leo, estudio, veo mucho cine, todo esto va generando en vos un achivo que llevás encima junto con la cámara”.
 Claudio Larrea conserva mucho del niño de siete años que recibió de Emilio, su papá, una Kodak Fiesta que aprendió a usar por imitación.
“Mi papá era fotógrafo y tenía una retina automática No3. Tenía un sueldo y no le alcanzaba, entonces hacía sociales. Yo lo veía a él, y cuando me regaló la cámara hacía lo mismo. Sacaba fotos familiares, registraba momentos “. Allí le habrá nacido la necesidad de “estar en el lugar y sentirlo”.
-         Tenés además una formación periodística.
-         Sí, durante los ´80 acompañaba a los reporteros gráficos a las marchas. Era una época de manifestaciones, movilizaciones con una democracia nueva. Ahí empecé a mirar la noticia en la calle. Lo que te da el fotoperiodismo es que armás la noticia en un segundo y la fuerza de la imagen es la comunicación. Ese es el sentido que le doy a la fotografía.
-         ¿Cómo fue tu vida en Barcelona?
-         Me fui en 2001 y viví nueve años allá, trabajé como director de Arte en publicidad y cine, diseñaba decorados, seguí haciendo fotografías…
-         Ganaste un premio en un Concurso con la foto de Postdamer Platz .
-         Sí, pero el mundo de la foto está puesto en Madrid, allí se concentra casi toda la actividad.
-         ¿Cómo fue volver al país?
-         En el 2010. Acá sentí que me tenía que ordenar. Cuando veo algo busco la simetría. Yo era más caótico. Ahora cuando tengo un laburo me meto en mi mundo privado, salgo los fines de semana que hay poca gente y te deja trabajar tranquilo. Todo es más cerca. Le perdés el miedo a la ciudad. Todo es más fácil de explorar. Gané libertad. Hago las fotos que quiero. No me ocupo de si está la modelo, el perro o la luz. No me gusta trabajar en estudio. Es como salir a nadar. Una cosa es nadar en una pileta con carriles y otra es a mar abierto.

Y Claudio Larrea vuelve a sorprender. El hombre que ama las líneas, no quiere límites a la hora de sumergirse en aguas de libertad. Y le encantan los reflejos. Es fácil descubrirlo en muchas de sus fotos. “Me gusta cómo un reflejo te arma una historia”. Su corazón late al ritmo de sus obras y no puede evitar ser director a la hora de posar para esta nota y elegir especialmente su obra El Cisne que "juega" con las rayas de su remera muy cerquita de su pecho.


  El Amante de Buenos Aires es curada por el mismo Claudio que dice lo que piensa: “El curador se convirtió en justificación de los que no son artistas. Hay muchos que curan sobre fotografía y no tienen noción porque nunca sacaron una foto. Te ponen una fotografía mala y tres páginas justificando que es buena para que concluyas que la foto es buena” –abre el debate sin ánimo de provocar.
-¿Qué es lo que más te costó en la vida?
-La tranquilidad. Estar en paz. Soy tenaz, ¿no?

Sí. Y siempre lo fue. Ahora con su cámara a cuestas. En bicicleta por las calles de Buenos Aires, enamorado de su arquitectura, sus rincones y su gente, y amante también de la persona a quien le dedica esta exposición: “A José Manuel Elliot Eyras, mi ciudad interior”.


                                                             SMC

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