martes, 26 de julio de 2016

Las chicas de la esquina

¿Por qué no reparé en ellas, no las vi, si me dicen que están todos los días desde hace dos años en la esquina de San Juan y Lima? Que antes intentaron instalarse a unas cuadras, donde pasa más gente, pero “en Plaza Constitución no nos dejan trabajar”. Y entonces, mudanza forzosa, recalaron en la esquina donde paso siempre de lunes a viernes, pero no sé por qué, todavía no lo entiendo, nunca las había visto.
Difícil no verlas. Si aparecen todas las tardes entre las dos y las tres, con una mesita, una bolsa con los bollos de masa, un changuito de supermercado y chapa-asadera de panadería. Nunca las vi prender el fueguito y hacer las brasas, porque cuando paso –ahora las busco porque sé que están ahí- ya tienen todo organizado: una parrilla creada con mucho ingenio y necesidad donde se cocinan decenas de tortillas de pan al día.
Verónica tiene 31 años y es mamá de cuatro hijos de 7, 9,11 y 12 años. Me corrige cuando le pregunto si la masa lleva levadura.”Si le echás levadura no es tortilla. La tortilla es a base de grasa” –dice experta y orgullosa de descender de familia de panaderos. Su papá empezó a trabajar a los 13 años  y de a poco fue enseñando el oficio a Vero y a sus siete hermanos. Hoy ella se la rebusca gracias a los bollos que le trae su padre del conurbano, pero no son regalo, no, hacen una vaquita entre todos para comprar carbón, harina y lo que haga falta. Eso les resta 30 pesos cada tres o cuatro días, de la ganancia.
A medio metro está Marina que tiene 21 años y es mamá de Sofía de cinco. Tiene un pequeño palo de amasar y su función es estirar los bollos y darles forma. Por los auriculares se alimenta de regaeton o cumbia villera, que la alivian del frío y  las preocupaciones: su marido perdió el trabajo hace poco,  entonces, la familia de tres, deambuló por las calles, durmió en una plaza de Escobar, hasta que alguien la orientó para que pidiera ayuda en el Sennaf (Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia). Ahora tiene una pieza en un hotel de Humberto Primo, manda a la nena a un jardín de San Telmo, toman el desayuno en un comedor de Ciudadela y Salta y aprovechan para llena un tupper con el almuerzo. “A la noche cocinamos o compramos algo para comer en el Primo (la pensión donde hay 50 familias alojadas del programa del gobierno). Marina pincha la masa con un tenedor y mira a Verónica que aprueba: “Yo hago lo que dice mi papá que haga. Y él dice que hay que pincharla”. Ella también accedió a dos habitaciones pero no tiene Asignación Universal por Hijo y no sabe si el padre de los chicos cobra por ellos. Hace tiempo que no tiene contacto con él,  y que ahora, cuando pueda, “ va a averiguar”.
“¿Hasta qué hora trabajás?” – le pregunto. “Hasta que pasen todos mis clientes” – me contesta y aporta datos. (Qué raro, que pasé tantas veces por ahí, y nunca vi que nadie se detuviera en esa esquina, comprara y siguiera su camino con una bolsita calentita de papel, hurgando y pellizcando un pedacito de tortilla, como hago yo ahora que tengo tanto hambre y me tienta el pan de Verónica y Marina. Cómo no me llamó la atención si me dicen que venden 50 tortillas por día y se quedan hasta las siete de la tarde, hasta que se venda la última a quince pesos. Aunque llueva, ellas están. Corren el changuito-parrilla bajo la autopista y se cubren del agua. Pero no faltan. Ahora que las conozco lo sé. Y me preocupo cuando pasan dos días y no las veo).
 ¿Las habrán corrido? –pregunto en un negocio vecino. “No, la Metropolitana de la 9 de Julio no las molesta”.
Alivio cuando las vuelvo a ver. Me preguntan cuándo voy a subir a mi face la charla (a ellas les dije nota) que les hice. Estaban contentas porque les saqué fotos.Qué extraño.





 Las primeras salieron fueran de foco, nubladas, movidas, fantasmagóricas. Las últimas, nítidas, reales y yo me cuelo con ellas. En el medio. Abrazaditas por el frío y la confianza.




¿Será que recién vemos cuando nos corremos al otro lado? ¿Cuando salimos de la comodidad y mordemos el mismo pan?
Vero me dice que con 3500, 4000 pesos está bien, que le alcanza, que hay que sobrevivir. Aunque antes con 200 pesos comprabas más cosas, que ahora solo sirve para un pedazo de carne y  fideos. Que quiere que Macri se vaya. Que ama a Yamila, Maxi, Ramón y Luciano, que uno de los chicos por suerte ya se adaptó pero la pasó mal en la escuela, que se peleaba mucho.
Si fuese un reportaje para la tele, la pregunta obligada sería “qué sueño tiene”. Pero no me sale, se me atraganta de solo pensarla a la noche, con sus hijitos en dos habitaciones prestadas con baño que por suerte tiene agua caliente, pero mejor le digo qué quiere, qué necesita. “Una casa. Una casa donde mis hijos puedan jugar, gritar, saltar sin que nadie les diga callate. En el hotel hay patios que ni siquiera pueden usar, porque son para colgar la ropa y están cerrados con llave. Es feo vivir así. Pero lamentablemente, no hay otra cosa”.
Y lamentablemente Vero y Marina nunca van a salir en la tele. Sus historias nunca se van a conocer, van a ser tan invisibles como querramos cada vez que pasemos por Lima y San Juan, hasta que nos dé antojo y llegue la hora del mate y la tortilla. Entonces, aunque más no sea en esos segundos, no perdamos la oportunidad de hacer el click. Porque es ahí, y solo en ese instante, cuando podremos ver la realidad.
                                                   

                                                                     A Marina Disderi y Verónica Barreiro
                                                                                               SMC



lunes, 19 de enero de 2015

Yo no soy Nisman



Yo no soy Nisman. No lo conocía, no sé qué clase de hombre era, no seguí su trabajo en el caso Amia. Yo no soy Nisman, me lo dice la cabeza, mi mente, mi razón. Yo no soy Nisman aunque lo denunciado la semana pasada es absolutamente verosímil. Yo no soy Nisman,  desconfío de la  oportunidad, del  “efecto Charlie Hebdo”  y estoy llena de sospechas. Yo no soy Nisman,  pero mis piernas se incorporan  y mis pies me orientan hacia la Plaza de Mayo. Yo no soy Nisman , entonces invento mi propia consigna: #YoNoSoyNisman  pero #MarchoALaPlaza igual, estoy harta de corrupción e impunidad. Quiero saber la verdad.

Bajo por Diagonal Sur, me cruzo con dos o tres personas que vienen hacia mí. Tengo la sensación de que nadie se movió de sus casas, que, una vez más, “la gente” se moviliza cuando le acorralan los ahorros, cuando secuestran a un chico rubio de ojos claros, o cuando los llevan y los traen en colectivos y camiones. Siento pena y tristeza. Camino sola y parece que vamos a ser muy pocos. Pero de pronto, cerca del Cabildo, me alienta el sonido de aplausos. Solo eso. Palmas a un ritmo sostenido, calmo, que crece y acaricia con una suave brisa mis oídos. Me emociono.


Recorro toda la Plaza. Frente a la Catedral, un grupo nutrido, aplaude y canta el Himno Nacional. Clase media. Jóvenes, parejas con niños pequeños, matrimonios que peinan canas. Clase media. Mujeres solas deambulando con una banderita de plástico en lo alto, carteles dibujados a mano, grupos de tres o cuatro charlando. Clase media. Algún provocador, en realidad dos, nunca están solos, que ataca con un “Cagones, ahora vienen a pedir justicia, mataron a un fiscal, son unos cobardes”. Empujones. Un hombre mayor los echa a los gritos. Clase media. Sigo buscando miradas. Un hombre con dos perritos. Juventud en sano montón. Jóvenes y viejos debatiendo la muerte de Nisman.



Leo carteles. Agudizo el oído. ¿Con quién me identifico? ¿Qué grupo me representa? Esa mujer sola con el cartel que dice BASTA. Sí, yo también digo basta. Pero unos pasos más adelante se escuchan voces, insultan a Cristina  y cantan la misma estrofa recalcitrante de los albores de la democracia: “Se va a acabar, se va a acabar la dictadura (en la era Alfonsín  los de FAMUS cantaban “radical”) de los K”. No me gusta. Me alejo.



“Siento angustia y bronca” –dice el cartel y me acerco. Yo también estoy muy triste y me dan ganas de llorar. Y en definitiva, sin conocerlo, yo también vengo a homenajear al fiscal Nisman, como dice otro cartón pintado. Me quedo cerquita pero no puedo aplaudir. No tengo fuerzas, no importa. Así, de “brazos cruzados”, siento que también me estoy expresando. Un papá tiene a su hijita sobre los hombros. Recuerdo a los míos en otras marchas, cuando todos éramos docentes o Aerolíneas Argentinas, o el último 30 de diciembre ya jóvenes concientes, en la Marcha por Cromañón. Sin darme cuenta busco las zapatillas pintadas ese día al lado de los pañuelos blancos de las Madres. Todavía están. Y empiezo a girar alrededor de la Pirámide. Por suerte, el vallado exagerado de la policía que impide acercarnos a la Casa de Gobierno, nos deja espacio. Ahí están justamente los más desafiantes. Parados frente al frío hierro azul, cara a cara con los policías a quienes me encantaría leerles la mente. O mejor no. Pienso un segundo en esa posibilidad  y me da miedo.(Otra vez el miedo no, por favor) Son todos jóvenes y no sé qué puede pensar un policía joven en la Argentina.



Yo no soy Nisman, pero recuerdo la vehemencia con la que acusó a la presidenta de la Nación la semana pasada, cómo aseguró sin ninguna duda de que todo lo sabe y todo lo ordena, que la Secretaría de Inteligencia le reporta directamente a ella, y se me eriza la piel cuando leo la cartulina que sostiene otra joven: “Cristina ¿quién dio la orden?”

 Pero son ellos los que me conmueven. Tan simples, tan silenciosos, tan  cansados de tanta historia, o de que sea siempre la misma. Quisiera que las velas que llevan en esa suerte de ceremonia fúnebre iluminen a quienes tienen que esclarecer la muerte del fiscal y la causa que lo desveló todos estos años y que ojalá solo le hubiese quitado el sueño, y no la vida.


Yo no soy Nisman... pero marcho igual. Y mientras la marea humana me lleva por Diagonal Norte hasta el Obelisco, y se cuelan algunos cartoneros que revisan los contenedores de basura,  solo tengo una certeza,  esa que me muestra otra joven con su letra impresa: Alberto Nisman a los 51 años y 20 años después, es la víctima número 86 del caso AMIA.

                                                                           
                                                                                     

                                                                                                            SMC



                                                             

domingo, 18 de enero de 2015

Patricia, el ángel que los guarda


Era una adolescente cuando llegó a El Campito como voluntaria . Hoy cumple años.  Los chicos –en quienes se ve reflejada- no se van a perder la fiesta de tenerla como todos los días. Ahora, durante las vacaciones, en la colonia de verano.
  
Es una más de ellos. Así se siente, así  lo dice su historia. Porque Patricia Lugo llegó a los 14 años al comedor  El Campito,  tal vez con las mismas necesidades que los cien chicos que hoy llegan en dos turnos a disfrutar de la recreación, comida y amor que se les brinda desde hace 20 años en este rincón de Villa Soldati. Hoy a los 34, Patri –como le dicen todos- es un ejemplo para toda la comunidad  y una” ídola” para los más pequeños. Porque se superó y lo sigue haciendo cada día, porque con el apoyo de las monjas que administran La Casa del Niño El Campito, en la calle Deheza1375  https://www.facebook.com/pages/Casa-del-Ni%C3%B1o-El-Campito/596996297073342
 terminó el secundario y aceptó el desafío de esas mujeres que no visten hábito pero sí llevan su cruz en el pecho y se anotó en un curso de cocina que está a punto de terminar –solo le falta una práctica final para recibirse de chef- y porque todo ese amor lo está devolviendo en cada plato, en cada merienda que sirve, en cada sonrisa que disimula cuando entra a la cocina  con la fuente vacía.
Patricia es hoy la cocinera de El Campito y trabaja desde la mañana hasta las 14.30. En realidad, ese es su horario. Pero se queda siempre después de hora cebando unos mates  ahí, en esa casa que fue su refugio y hoy su trabajo. “Las hermanas me estimularon siempre. Me dicen que tengo que trabajar en un restaurant. Me gustaría, claro, pero también soy feliz acá”.

Con la hermana Elina y niñas de El Campito, felices.
Sabe que los chicos la observan y  admiran. Hicieron un mural representando su mundo. Y ahí dibujaron la canchita de fútbol, un árbol, unos honguitos, el río contaminado y ella, Patricia, con una sonrisa generosa y feliz señalando el timbre, el llamado para que se abran las puertas ( todo un símbolo). “Bastante más joven” –disimula su emoción- en verdad cuando vi que me habían dibujado, me puse a llorar”.
Ellos la eligieron como ella elige perderse entre sus gritos y bromas cada vez que sirve la mesa o cocina una torta para un día especial. Como cuando se mezcla entre los varones –“son mi debilidad, más simples, más directos” en un partido de metegol y sueña con tener cuatro hijos, sí, varones, y seguramente todos hinchas de River.


“En las malas, mucho más” -tiene tatuado bajo la nuca la misma frase  grabada en la piel de  Fernando Cavenaghi. Un homenaje a su ídolo pero también un himno a la vida, a la lucha, a la perseverancia. Y un “Gracias Antonio Gauchito Gil” por una promesa cumplida.  Y los siete nombres de sus sobrinos en la cara interna del  antebrazo derecho: Sergio, Gabriel, Marcos, Sofia, Jeremías, Martín, Isaías.  Y está feliz, porque bajo su hombro derecho va creciendo una figura que soñó, que imaginó, una cara, una mujer, que su tatuador interpretó muy bien. Y que como muchas veces pasa en la vida, a Patricia, le cuesta terminar. Pero de a poco se va completando gracias al regalo de una amiga. Porque Patri también” cocina” amigos fieles que van leudando, como sus panes y tartas.

                                                                
                                                                                        SMC                                                                                                                     


martes, 23 de diciembre de 2014

LAS CUNAS VACIAS DE EZEIZA (El Video)

El testimonio desgarrador de los papás que perdieron a sus hijos en el Hospital Alberto Eurnekián de Ezeiza. Las explicaciones de la directora, Dra Graciela Sorrentino. Las denuncias que aumentan. Ya hay seis en la Justicia

Esta es la nota que salió al aire en el Noticiero Trece. Y su réplica en TN.com.ar


http://tn.com.ar/videos/sociedad/las-cunas-vacias-de-ezeiza_557664


Reportajes: Marcos Barroca y Silvia Martínez Cassina

Cámaras: Daniel Raichijk y Héctor Pérez

Asistente: Oscar González

Edición: Gastón Alvarez

jueves, 18 de diciembre de 2014

LAS CUNAS VACIAS DE EZEIZA (segunda parte)

Graves denuncias contra el Hospital Eurnekian de Ezeiza. Ya son seis los casos en la justicia. 


Liliana Rojo declara hoy en la UFI Ezeiza. En enero del 2013 nació su hija Luna Lihuén que solo sobrevivió 24 hs. En septiembre de este año, con un embarazo de riesgo por diabetes gestacional, le postergaron la cesárea tres semanas. Liam murió en su vientre. 



  “Acá no tenés cama, no te voy atender”. La frase dolió más que las contracciones que Celeste sentía. Hacia tres horas que esperaba en la guardia con una incertidumbre angustiante hasta que la intervención de un grupo de padres logró su atención. Ellos, que perdieron a sus hijos en el Hospital Alberto Eurnekián de Ezeiza, deambulaban por la planta baja cuando vieron en la joven parturienta, a sus propias mujeres. Reclamaron, exigieron, lloraron juntos. Celeste tuvo a Ambar por cesárea a las 21.50. La bebé pesó 3,570 kg y también se temió por su vida.
  “La mandaban de vuelta a la casa” –cuenta un familiar que acompañó a Celeste en todo su trabajo de parto y que se convirtió en vocero de la familia cuando los médicos no le daban información. “Me fui a neo y exigí que me mostraran a la bebé. Había una atmósfera tensa, te contestaban mal, no me daban respuestas”.
  Hoy, Ambar cumple un mes y su mamá ya no quiere recordar la pesadilla.
  Silvana tuvo los mismos sueños que Celeste. Y un final inesperado. Llegó a las ocho de la mañana del 3 de julio para un control. La doctora que la atendió le dijo que volviera en 15 días. Sin control, sin tacto, sin tomarle siquiera la presión, sin monitoreo fetal. Silvana estaba preocupada porque su bebé no se movía. “Salí de ahí al mediodía y me fui a hacerle un ecodoppler privado. Mi bebé ya estaba fallecido”.
Así, con el mundo derrumbado, volvió al Hospital Eurnekián. La cesárea se la practicaron a las once de la noche. “Me atendieron peor que a un caballo. Inventaron que tenía presión alta. Nunca tuve presión y me medicaron para eso. Estuve una semana internada sin almohada. Eso no es nada. Mujeres que acababan de parir estaban hasta dos o tres horas todavía con las piernas abiertas en las camillas, esperando ser trasladadas a una habitación”.

Silvana no pudo abrazar a su hijo. Su cuna quedó vacía. Pero Santino Leiva del Broi conoció a su mamá, supo de su amor, sus cuidados  y ahora del coraje que lo honra. Cinco meses después, presentó su denuncia en la UFI de Ezeiza.



HASTA EL VIEJO HOSPITAL DE LOS                                      MUÑECOS


 El edificio del hospital Alberto Eurnekián fue inaugurado en el 2009 con el aporte del empresario Eduardo Eurnekián,  con el lema “El hospital de la comunidad” y la promesa de convertirse en referente por su calidad asistencial. Recogía el espíritu del Policlínico de Ezeiza, fundado durante el primer gobierno peronista, que ponía así en práctica los deseos de Eva Perón con la creación de la carrera de enfermería y la ampliación de la maternidad.
Su actual directora la doctora Graciela Sorrentino lleva tres décadas en la salud pública, en ese mismo hospital que depende de la provincia de Buenos Aires aunque por sus pasillos “caminen” más empleados de Aeropuertos Argentina 2000 que del Ministerio de Salud bonaerense.
“Este es un hospital que ha tenido un aumento en los nacimientos . En el  2011 tuvimos 3076 nacimientos y este año hasta octubre, ya registramos 3642 . En relación a la mortalidad infantil, dentro de la Región Sanitaria VI, a la que pertenecemos, según las pautas que estamos manejando, tenemos un marcado descenso.  En el hospital, el año pasado la mortalidad neonatal fue del 1,4 % y en lo que llevamos del 2014 tenemos un 0,93%  con 12 muertos neonatales (hasta los 27 días de vida)
-       -   ¿Y los bebés que nacen muertos?
-          Ya le voy a decir. Primero, el promedio de las mamás es de 23,5 años,  el 67% llega con controles menores a tres durante todo el embarazo, y el 33% de los nacimientos es la primera gestación.
-       -   No es el caso de los bebés muertos que están siendo denunciados.
-          Ahí llego. Tenemos además de los 12 muertos neonatales, 20 muertos antes o durante el parto. Uno ingresó muerto, otro de ellos fue una bradicardia, una reacción intrauterina, otro desprendimiento placentario agudo por presión arterial, están los casos de mamá diabética…
-     -     En ese caso ya se sabe que es un embarazo de riesgo, que requiere controles más exhaustivos…
-          También están los chicos de bajo peso que tienen pocas probabilidades de sobrevivir, es decir, patologías particulares que son independientes de los controles que se hagan durante el embarazo.
-       -   Pero una mamá que atraviesa el embarazo sin inconvenientes, con todos los controles normales, con estudios de hasta cinco ecografías, cinco, ¿no es mucho? Con un embarazo a término, el riesgo debe ser muchísimo menor.
-          Bueno hay que ver cada caso en particular. Nosotros hemos obtenido la recepción de esas quejas pero no hemos tenido oportunidad de hablar cada caso en particular con los padres, sí hemos hecho una investigación pero cada caso es puntual.
-     -     ¿ Y qué resultado obtuvieron con esa investigación?
-          El que le dije.
-        -  Alma, 3,390; Luna, 4,750; Liam, 5,200; Santino, más de tres kilos. Ninguno prematuro, ni de bajo peso. Todos a término. Cuentan las mamás, ninguna adolescente ni primeriza, que vinieron con trabajo de parto y no las internaban, las hacían caminar afuera del hospital para esperar la dilatación, en algunos casos se pasaron de la fecha y cuando se hicieron el monitoreo fetal, el bebé ya estaba muerto
-          En lo que respecta a estos casos, algunas denuncias hemos recibido, otras no, se han tomado las correcciones que correspondieron .
-     -     ¿Qué tipo de correcciones?
-          Activar muchísimo más la guardia, tener mucha más atención en las cosas. O sea, todos tenemos virtudes y defectos, a veces pasan hechos desapercibidos los cuales cuando nos vamos enterando vamos haciendo las correcciones sobre la marcha. Habría que especificar bien cuáles son los casos en particular porque yo puedo recibir las quejas, las que nosotros tenemos se contestan, si las hacen.
-     -     Muchos padres están atravesados por el duelo y otros tienen miedo de denunciar. Está el caso de dos hermanitos. Se los nombro porque éste sí llegó a la justicia. Una bebé que nació en enero del 2013 y vivió 24 horas, y ahora en septiembre, su hermanito con  cesárea programada , se la  retrasaron tres semanas y murió antes de la fecha.
-          Está bien, sí estamos al tanto de esos casos, está todo en manos de la justicia y hemos entregado todo lo que pertenece al hospital.
-       -   Más allá de eso, Usted ¿cómo se siente como médica y directora del hospital? ¿Qué le genera esta demanda c reciente de mala atención y maltrato en el área de  obstetricia, con este número de bebés muertos?
-          Primero te digo como ser humano. Nadie está preparado para la muerte de un hijo. Lo natural es todo lo contrario, que los hijos entierren a sus padres. Segundo, como médica, para nosotros es muy doloroso informar a los pacientes de esta situación. Hay muchos padres que no pueden comprender las explicaciones que se les dan, se les da ayuda y contención pero es… se generan situaciones de comunicación… yo soy intensivista, tengo años de experiencia en terapia intensiva, y cuando tenemos que avisar a un familiar, muchas veces no llegan a entender la magnitud.
-          - En líneas generales,¿ qué nivel promedio de espera tiene una parturienta cuando llega a la guardia?
-          No. La atención es inmediata, suben directamente para su atención en maternidad. Tenemos 38 camas y están generalmente todas ocupadas.
-       -   ¿Es parte de un método de atención, el decirle a las pacientes: “Mami, andá a caminar” mientras todavía no tienen cama, o no tienen personal? El “hay que esperar el cambio de guardia” es una frase repetida en las denuncias de mala atención o abandono de paciente.
-          Eso creo que no es así porque la sistemática es… podés empezar con contracciones que son muy dolorosas… sí se las  manda a caminar por el perímetro para hacer un segundo examen.
-      -    Por el perímetro, es decir, afuera del hospital
-          …acá adentro... por los pasillos internos no se puede caminar por un tema de circulación, caminan por acá (hace un círculo en el aire con el dedo índice en vertical)… por los patios internos…
-      -    ¿Patios internos?
-          Sí, patios internos. Ahí se hace una segunda revisión y ahí se las interna inmediatamente.
-       -   ¿Quiere decir que cuando llegan a la guardia  en pleno trabajo de parto, no se las interna?
-          Ni bien llegan a la guardia se las ingresa.
-     -Ingresar, qué significa?
-Cuando llegan al hospital y se anuncian
--    Es decir que todavía no la internaron y ya figura como ingresada?
-Exactamente-
-        -  La mayor cantidad de denuncias coinciden en apuntar a la noche y la madrugada como el período en que se relaja la atención, tal vez por falta de personal, a la espera del cambio de guardia.
-          No es así. Tenemos tres médicos por guardia las 24 horas, y consultorio todas las mañanas. Además nosotros tenemos promedio de cuándo son la mayor cantidad de partos, si son diurnos o nocturnos y tenemos el personal para asistirlos.
-          ¿Cuándo se da la mayor cantidad de partos?
-          Por la tarde.
-          ¿Es por una cuestión natural o porque se dilata la atención para posponer el parto para la tarde?
-          No, es una cuestión de la naturaleza, nadie sabe cuándo es el momento en que se va a desencadenar el parto. Los menos son a la madrugada. Y se les presta muchísima atención. En verdad estamos trabajando mucho en descender la mortalidad infantil.
-    -En el 2012 Ezeiza era el segundo distrito del conurbano con el mayor índice de mortalidad infantil con el 13,6 por mil.
-    -Nosotros tenemos las cifras reales del 2014 y son del 7,8 por mil.
-    -Pero están mejor que la Ciudad de Buenos Aires? (la mortalidad infantil de CABA hasta octubre del 2014 es del 8,2 por mil según el Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires)
P    -Por eso te vuelvo a repetir...
-     -Pero están mejor que la Ciudad de Buenos Aires?
-      -Ese comparativo no te lo puedo dar pero sí te digo que estamos trabajando mucho con la gente de Unicef, eso trae muchos cambios, y por eso las cifras están bajando.

      Como en la canción infantil de Pinocho, en el viejo-nuevo hospital de Eurnekián, nadie quiere que el "espantapájaro bandido los sorprenda dormidos y los ataque" Si el Ministerio de Salud de la Nación confirma en su próximo informe estas estadísticas sobre mortalidad infantil en Ezeiza, significaría una baja de cinco puntos en solo dos años: un logro importantísimo en la política materno infantil de la Provincia de Buenos Aires. Ojalá se cumpla esa meta. Y no le crezca la nariz a ningún funcionario.


C                     SALUD PUBLICA, NEGOCIOS PRIVADOS

La orden del doctor Fernando Sardi, del Hospital Alberto Eurnekian, de Ezeiza, indica una ecografía. Pero en el hospital el turno lo dan recién en 40 días. La sugerencia del galeno lleva a la paciente a un instituto privado: Ezemed donde, coincidencias del destino, el doctor Fernando Sardi es miembro del staff médico.
 “Ningún médico de acá hace ecografías afuera “ defiende la doctora Sorrentino. Sin embargo, el doctor Sardi, cuya especialidad es clínica médica, (matrícula 89372MP54414) sí escribió la orden para el diagnóstico por imágenes, en el cual es especialista en el Instituto privado en cuestión.
 Todos los testimonios refieren que se vieron obligados a ir a la medicina privada, ante la falta de turnos en el Hospital Eurnekián. “A mi esposa le mandaron a hacer cinco ecografías, monitoreos fetales, ecocardiograma fetal, 270 pesos, 300 pesos, la eco transvaginal 400 pesos. Todo afuera, porque sino tenés que esperar semanas”.
“Nosotros tenemos toda la aparatología necesaria. Esos estudios se hacen acá” desmiente Sorrentino. Pero los denunciantes insisten en que hasta los monitoreos fetales también se hacen afuera. Basta cruzar la calle del hospital para ver un centro de Estudios por Imágenes –Máximo Diagnóstico- pujante y feliz receptor de pacientes urgentes por completar los controles que no se hacen en el hospital público.
-Los únicos estudios que tal vez tengamos que requerir, puede ser alguna ecografía especial para madres de riesgo.
-Por ejemplo, ¿Qué tipo de estudio especial que acá no tengan?
-Se puede pedir, con los últimos tomógrafos que vinieron, se puede pedir, para saber de alguna malformación, pero son casos específicos.
- Acá hay muchos padres que dicen que los mandan a dos institutos privados.
- No le sabría decir porque acá sí se hacen las eco.
- ¿Un turno para un monitoreo fetal puede tardar 40 días?
- En absoluto, el monitoreo se hace en el momento. En el momento.

“Los días lunes no tenés monitoreo” asegura Florencia, cuñada de una joven mamá que padeció la atención en “cámara lenta” y que conoce perfectamente “la lista de crueldades a las que someten a las pacientes”. Como el que recuerda otra mujer de sus días de internación:
“A mi compañera de habitación la obligaron a bañar con agua fría. Le dijeron que no había agua caliente. Mentira. Se burlaban de ella” –El relato suma elementos para que la justicia investigue, además de los presuntos casos de mala praxis, una brutal violación a la ley 26485 que prevé en su artículo 6 la figura de violencia obstétrica: es aquella que ejerce el personal de la salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales de conformidad con la ley 25.929.
Esta otra ley, protege los derechos de padres e hijos durante el proceso de nacimiento y asegura que “toda mujer en relación con el embarazo, el trabajo de parto, el parto y el postparto, tiene derecho a ser tratada con respeto, a ser informada sobre la evolución de su parto, el estado de su hijo o hija, y en general, a que se le haga partícipe de las diferentes actuaciones de los profesionales.”
Y además, dice que toda persona recién nacida tiene derecho a ser tratada en forma respetuosa, digna, y a su inequívoca identificación.
Alma, Luna, Liam, Santino, Abigail y tantos otros bebés muertos en el Hospital Eurnekián  merecen que se los honre con justicia. Para dejar de ser NN en los papeles y en las placas del cementerio de Ezeiza. Y para evitar que las parcelas vacías, se sigan llenando de angelitos y de lágrimas.

                                               


                                                                                                 SMC



lunes, 1 de diciembre de 2014

LAS CUNAS VACIAS DE EZEIZA

Padres unidos por el Dolor reclaman por la muerte de sus hijos en el Hospital Eurnekian. Hoy a las 10, frente a la Municipalidad.

Los casos de muerte neonatal en el Hospital de Ezeiza que llegan a la justicia cuestionan la atención médica. La mayoría sucedió en horas de la noche y la madrugada.



“Salí a caminar” –me dijo mi madre cuando tenía dos de dilatación y esperaba la llegada de mi primer hijo.  Sabias palabras: el amoroso consejo surtió efecto y tuve un parto rápido, bellísimo. Pero ese mismo verbo, convertido en una orden para dilatar –y no precisamente el cuello uterino, sino la atención de la parturienta- puede transformarse en una condena a muerte en el Hospital Interzonal de Agudos Dr Alberto Eurnekian de Ezeiza.

  Liliana Rojo llegó una madrugada de enero de 2013 con trabajo de parto a la guardia médica del hospital. Se atendió allí después del séptimo mes de gestación, derivada del Hospital Lucio Menéndez de Adrogué. Tenía un embarazo de riesgo. El bebé era muy grande. A las 2.45 hs , según consta en la denuncia policial, escuchó por primera vez la sentencia: “Mami, andá a caminar. Volvé en una hora”.
 Acompañada por su pareja Daniel Ayala, deambuló afuera del hospital cumpliendo la orden de “no hacerlo por los pasillos”. Volvieron a las tres y media. No la atendieron. Liliana con contracciones. Tenga paciencia, mami.  Luna, que así la llamaron sus padres, quería amanecer. Todavía no, que hay cambio de guardia. Ya son las seis... y la espera no es dulce.
 A las seis y media de la mañana la llevaron a la sala de parto. Una hora después nació Luna Lihuen Ayala Rojo . Pesó 4,710kg, tenía dos vueltas de cordón en su cuello y dijeron los médicos que estaba “deprimida”. Solo vivió 24 horas.

 Su cuna quedó vacía.

En diciembre del 2013 Liliana renace con la noticia de un nuevo embarazo. Por su historia clínica y las características de riesgo por “diabetes gestacional” sabía que iba a someterse a una cesárea. Pero en el hospital le postergaron una y otra vez la definición de día y hora de la intervención. Tres semanas después de la fecha posible de parto, un ecocardiograma fetal les arrancaba el sueño de ser padres: el bebé ya estaba muerto. La cesárea fue el 10 de septiembre. Liliana no pudo siquiera tener en sus brazos al hijo, que se llamó Luian y que dejó más vacía que  nunca la cuna que lo esperaba.

  El angelito está junto a su hermana en la parcela 65, pasillo 10 del Cementerio de Ezeiza.

 Jorge Daniel Ayala hizo la denuncia por mala praxis en la dependencia policial Ezeiza N 5 el 2 de noviembre de 2014 ante la suboficial principal Romina Bordón y en presencia del subayudante Samuel Motas. Nadie le informó todavía en qué juzgado está su causa.

Sergio López acompañó a su mujer Alejandra Bilche  el 18 de julio de este año al Hospital de Ezeiza. Eran las 9 de la noche. “Empiece a caminar” –le dijeron, apegados religiosamente a la rutina de la dilatación- El monitoreo fetal había dado bien. No había por qué preocuparse.  El padre ansioso llamó a familiares para anticipar la buena nueva y pedir sábanas y toallas para la internación. Pasaron 40 minutos. Vengan pronto, que llega Alma, ya está por nacer. A las 23 hs las corridas, los nervios y una cesárea de urgencia presagiaron el drama. “Pase, papi”- fue la peor invitación.
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 “Ahí estaba. Me la mostraron. Estaba limpita, cambiada con la ropita de bebé y el gorrito en la cabeza. Una bebé normal, pero muerta” – recuerda Sergio con los ojos llenos de lágrimas.

 El, que quería ser padre y lo convirtieron en denunciante. La causa por Averiguación causal de muerte es la N0 07-01005268/14, esta a cargo del Juez Horacio Hryb del Juzgado de Garantías n 7, Fiscalía de Ricardo Bruzzone. Tiene una defensora oficial, la doctora Susana Dvoskin. Y una pregunta que se repite desde hace cinco meses: ¿Por qué?

La cuna de Alma, también está vacía.

Como la de Abigail, hija de Ricardo Medina y Gabriela Ester Choque, que venía creciendo sin problemas en la panza de su madre como lo demuestran las ecografías y  controles de embarazo.  Pero a Gabriela también la mandaron a caminar cuando perdió el tapón mucoso y el 4 de septiembre de este año  fue al hospital. Dos horas subiendo y bajando la rampa que da a la vereda del hospital. Y  de vuelta a casa. El 5 volvió a la guardia . Y el 6. Recién el 7 de septiembre a las 23 hs Ricardo insistió en que atendieran a su mujer  y lo hicieron a las 2 de la madrugada, pero ya fue tarde: el bebé estaba muerto. Ricardo nunca va a olvidar ese momento, como tampoco podrá borrar de su memoria cómo le ofrecieron a modo de prueba de lo difícil que había sido el parto, el útero de su mujer en una palangana.

La causa por averiguación de causal de muerte recayó en la Fiscalía 2 del Doctor Carlos Hassan. No hizo denuncia por la presunta mala praxis en su mujer, quien nunca recibió atención post parto en el Hospital Eurnekian después de que le dieran el alta.- según su testimonio.

Sobrevivió, para no contarlo

 A Daniel Gómez y Antonella Acosta le dijeron en el Hospital Eurnekian de Ezeiza que su hijo nació “deprimido”, que había tragado líquido amniótico. Elías luchó como un león 30 días en neonatología y después le dieron el alta con el diagnóstico de nombre difícil y ninguna contención: encefalopatía crónica no evolutiva. Hoy, Elías Nahuel tiene tres años y nueve meses, parece un bebé, no se sienta, no camina, no deglute, tiene un cuadro irreversible que requiere una atención integral de neurología, kinesiología, gastroenterolgía. Se alimenta con sonda y están estudiando la posibilidad de una intevención para colocarle un botón gástrico,  que aliviaría su situación. Hoy  la atención de Elías es en el Hospital Garrahan y los controles periódicos lo hacen en la salita 16 del barrio donde viven en Ezeiza.

 Las causas de esta “ parálisis cerebral”  pueden presentarse en la etapa prenatal – anormalidades genéticas o enfermedades infecciosas de la madre-  dificultades durante el parto, y traumatismos o problemas posteriores hasta los tres años. En el caso de Elías, su mamá Antonella, cursó un embarazo normal con controles permanentes. Para Daniel no hay dudas de que Elías tuvo una mala atención al nacer. El entonces director del Hospital, Oscar Cicco, hoy intendente interino de Ezeiza en reemplazo de Alejandro Granados al frente del Ministerio de Seguridad provincial, recibió a Daniel Gómez quien recuerda ese momento: “Me dijo que de cada diez nacimientos, dos nacen con problemas”.

Si de estadísticas oficiales  habláramos –a falta de datos del hospital en cuestión- el Municipio de Ezeiza es el segundo del Partido del Aglomerado del Gran Buenos Aires con el índice de mortalidad infantil  más alto, después de José C Paz con un 13,6 por mil, en el año 2012 según el Ministerio de Salud de la Nación. Las defunciones neonatales –durante los primeos 27 días de vida- fueron 26 en todo ese año, en todo el Municipio.


 Nada sirve de consuelo. Mientras sus mujeres hacen el duelo como pueden, ellos decidieron juntar fuerzas bajo el lema “Padres unidos por el dolor” y empezar a caminar –qué ironía, como sus mujeres parturientas- por pasillos de fiscalías, oficinas municipales y mesa de entradas del Hospital.  Ni ellos ni esta cronista, logramos a pesar del intento, ser recibidos por la directora  Dra Graciela Sorrentino. Una pena. Qué contradicción:
 El Hospital Alberto Eurnekián que en su página web se jacta de promover charlas- conferencias de prestigiosos profesionales de la salud, tiene ahora una asignatura pendiente. “La comunicación en el Hospital del Siglo XXI”, anunciaba el año pasado como parte de sus Jornadas de docencia y capacitación. “El arte de comunicar”.
  Hoy suena a broma macabra, patética, pero real una de sus exposiciones: “Como dar bien las malas noticias”. http://www.hospitaleurnekian.com.ar/capacitacion.html

Un grupo de padres,lamentablemente cada vez más numeroso, espera respuestas.

                                                                                           SMC




jueves, 6 de noviembre de 2014

Claudio Larrea , fotógrafo



                      
      
         


  Entre líneas     









Disfruta de cada momento y cada detalle. Es el amante en bicicleta que recorre la ciudad con su cámara al hombro y un ojo crítico, ácido, irónico. El de siempre. Pero ahora también , armonioso. Porque después de tantos años de pedalear la vida, Claudio Larrea encontró el equilibrio en las líneas que busca irremediablemente en cada encuadre, en cada toma. Y que viste también con elegancia milimétricamente estudiada.
  “El blanco y negro te posibilita potenciar las líneas y que no te distraiga la composición. El color me resalta los estados de ánimo”- dice el fotógrafo que antes fue periodista y productor de imagen durante 16 años en las revistas Gente, Playboy, Caras, Noticias, Rolling Stone y Cosmopolitan.  Coronó esa época con una muestra en el año 97 en el Centro Cultural Recoleta. Un desfile de primeras figuras rendidas ante la insistencia y seducción de Larrea. “Mi trabajo era convencerlos, adobarlos, dejárselos en bandeja al fotógrafo para que hiciera más fácil su trabajo”. Y Claudio siempre conseguía los objetos más insólitos para completar la producción. Allí están sus primeras obras como artista: Monseñor Laguna, Herminio Iglesias, Romay y los personajes más difíciles entregados en cuerpo y alma a los deseos del inquieto armador de imágenes.
“Es muy ´90. Ya es una etapa pasada” –cierra diplomático, otra característica adquirida en la madurez. “Ahora devine en un fotógrafo que hace la arquitectura peronista que también es decadente”- y refiere a la imponente muestra que presentó en el Museo Evita y que fue inaugurada el 17 de octubre del año pasado.
Este año presentó  la muestra colectiva Denominador Común, en el Centro Cultural Borges, Lobbys en Arte x Arte,  y anticipa feliz el broche de oro en el Centro Cultural Recoleta con el Amante de Buenos Aires, desde el 10 de diciembre hasta el 8 de febrero del 2015.


Alli, Larrea nos pasea por una ciudad que vivimos pero que pocas veces vemos. De su mano, vamos a descubrirla y disfrutar como lo hace cada vez que dispara su cámara encontrando detalles y diseños ignorados. www.claudiolarrea.com “No soy un mirador ingenuo” –dice este estudioso de Doisneau, Cartier Bresson, Marcel Duchamp, Vivian Maier, Paul Strand. La foto Wall Street de este último, como El estudio de Mondrian, de André Kertész lo impactaron cuando tenía 20 años; desde entonces no paró en su búsqueda. “Miro, leo, estudio, veo mucho cine, todo esto va generando en vos un achivo que llevás encima junto con la cámara”.
 Claudio Larrea conserva mucho del niño de siete años que recibió de Emilio, su papá, una Kodak Fiesta que aprendió a usar por imitación.
“Mi papá era fotógrafo y tenía una retina automática No3. Tenía un sueldo y no le alcanzaba, entonces hacía sociales. Yo lo veía a él, y cuando me regaló la cámara hacía lo mismo. Sacaba fotos familiares, registraba momentos “. Allí le habrá nacido la necesidad de “estar en el lugar y sentirlo”.
-         Tenés además una formación periodística.
-         Sí, durante los ´80 acompañaba a los reporteros gráficos a las marchas. Era una época de manifestaciones, movilizaciones con una democracia nueva. Ahí empecé a mirar la noticia en la calle. Lo que te da el fotoperiodismo es que armás la noticia en un segundo y la fuerza de la imagen es la comunicación. Ese es el sentido que le doy a la fotografía.
-         ¿Cómo fue tu vida en Barcelona?
-         Me fui en 2001 y viví nueve años allá, trabajé como director de Arte en publicidad y cine, diseñaba decorados, seguí haciendo fotografías…
-         Ganaste un premio en un Concurso con la foto de Postdamer Platz .
-         Sí, pero el mundo de la foto está puesto en Madrid, allí se concentra casi toda la actividad.
-         ¿Cómo fue volver al país?
-         En el 2010. Acá sentí que me tenía que ordenar. Cuando veo algo busco la simetría. Yo era más caótico. Ahora cuando tengo un laburo me meto en mi mundo privado, salgo los fines de semana que hay poca gente y te deja trabajar tranquilo. Todo es más cerca. Le perdés el miedo a la ciudad. Todo es más fácil de explorar. Gané libertad. Hago las fotos que quiero. No me ocupo de si está la modelo, el perro o la luz. No me gusta trabajar en estudio. Es como salir a nadar. Una cosa es nadar en una pileta con carriles y otra es a mar abierto.

Y Claudio Larrea vuelve a sorprender. El hombre que ama las líneas, no quiere límites a la hora de sumergirse en aguas de libertad. Y le encantan los reflejos. Es fácil descubrirlo en muchas de sus fotos. “Me gusta cómo un reflejo te arma una historia”. Su corazón late al ritmo de sus obras y no puede evitar ser director a la hora de posar para esta nota y elegir especialmente su obra El Cisne que "juega" con las rayas de su remera muy cerquita de su pecho.


  El Amante de Buenos Aires es curada por el mismo Claudio que dice lo que piensa: “El curador se convirtió en justificación de los que no son artistas. Hay muchos que curan sobre fotografía y no tienen noción porque nunca sacaron una foto. Te ponen una fotografía mala y tres páginas justificando que es buena para que concluyas que la foto es buena” –abre el debate sin ánimo de provocar.
-¿Qué es lo que más te costó en la vida?
-La tranquilidad. Estar en paz. Soy tenaz, ¿no?

Sí. Y siempre lo fue. Ahora con su cámara a cuestas. En bicicleta por las calles de Buenos Aires, enamorado de su arquitectura, sus rincones y su gente, y amante también de la persona a quien le dedica esta exposición: “A José Manuel Elliot Eyras, mi ciudad interior”.


                                                             SMC